Nos encanta abrir las puertas de este lugar para que cada persona que llega pueda respirar la calma de la montaña y sentir la vida del campo. Recibir gente nos recuerda por qué vale la pena cuidar este sueño: cada visita trae una historia nueva y se lleva un pedacito de la nuestra. Disfrutamos compartir charlas alrededor de una fogata, caminar por los senderos, ver aves al amanecer y preparar comidas sencillas con lo que da la tierra. Nos apasiona la naturaleza, los animales, el silencio y todo aquello que nos conecta con lo esencial. Aquí los recibimos como amigos y los despedimos como parte de la familia Bam Bam

Una finca familiar en medio de las montañas de Guayacundo, rodeada de naturaleza viva y una historia que se siente en cada rincón. Las casas y espacios han sido creados con sencillez y mucho cariño, buscando que los huéspedes se sientan parte del campo y no solo visitantes. Nos gusta que cada persona se sienta como en casa: los recibimos personalmente, los guiamos por los senderos, compartimos anécdotas de la finca y siempre estamos atentos a lo que necesiten. Aquí pueden descansar, cocinar a fuego lento, bañarse en la piscina o simplemente sentarse a mirar el paisaje. La idea es que, más que un hotel, encuentren un lugar donde desconectarse y sentirse en familia.

Lo más especial de nuestra zona es la tranquilidad de la vereda Guayacundo y el paisaje que la rodea: montañas verdes, cafetales, guaduales y quebradas limpias. Es un lugar donde todavía se camina despacio y se escucha la naturaleza. Estamos a pocos minutos del casco urbano de Sasaima, un pueblo con mercados de frutas, cafés tradicionales y gente amable. Cerca también está Villeta, conocida por sus postres de panela y caña, y Albán, con su historia ligada al antiguo ferrocarril. Para quienes disfrutan la naturaleza, hay cascadas, caminatas por caminos reales antiguos, miradores y avistamiento de aves. También se pueden visitar fincas productoras de café y frutas, y probar comida típica en restaurantes locales. Nuestro consejo: venir sin afán y dejarse llevar por la calma del campo. Aquí no hay museos ni centros comerciales; la atracción principal es el paisaje y la experiencia de vivirlo.