Buscar hoteles en Puerto Williams

Un lugar bello con naturaleza prístina y un tremendo potencial turístico. Lamentablemente, el turismo no está para nada desarrollado en la zona. Lugares cerrados, pocos opciones para alojamiento, de bajo estándar y casi nada para ir comer. Lo que hay es caro y de mala calidad. Una pena. Puede ser que no exista interés de parte de la comunidad y de las autoridades para hacer del turismo una posibilidad de conexión, intercambio y beneficios. En Usuhaia, que está al lado el turismo es una industria que se desempeña con alto estándar, un lugar que recibe a sus visitantes con todo lo necesario.

La ciudad es pequeña, con lo necesario para turismo de naturaleza, y también historia del lugar, el Museo es excelente!

lo mejor son las excursiones, dientes de navarino una maravilla. Pocos restaurantes y con horarios complicados muchos abren solo de noche, pocas alternativas vegetarianas aunque si las hay.

¡Puerto Williams es mágico! Es difícil y caro llegar, pero lo vale totalmente. El pueblo es chico, se recorre a pie en poco tiempo pero hay muchas opciones para caminatas por los alrededores: Cerro La Bandera, laguna Zañartu, Batería Róbalo, Parque Omora, etc., solo necesitas buenos zapatos de trekking, una capa para la lluvia y tu cámara. Las vistas son maravillosas.

Es una población minúscula, sin interés turístico, pero sin duda muy adecuada para quienes desean hacer largas caminatas con mochila, de hecho el perfil del viajero a este lugar es este; joven mochilero ávido de naturaleza y dispuesto a acampar en tiendas de campaña. La población está dispersa y las casas son en su mayoría de chapa de zinc o madera, dispuestas sin mucho orden ni concierto. Hay un par de restaurantes nada baratos para turistas que cierran en cuanto te descuidas y a las 8 de la tarde no se ve un alma por las calles, aun siendo temporada alta. Cuando fuimos allí pensábamos que íbamos a una ciudad no a un asentamiento militar. El puerto naútico de veleros es natural y es un lugar precioso. Lo mejor del viaje y la rarón por la que no me arrepiento de haberlo hecho fue la larga singladura en el ferry que nos llevó hasta allí. Es barato y las vistas de los glaciares y ventisqueros maravillosa.

Es una ciudad pequeña pero con hermosos paisajes e ideal para desconectarte. Posee grandes atractivos de trekking y actividades outdoor.